MUTANTES
Manafaraimin:
1. Historia
Manafraimin nació en una ciudad dormitorio alrededor de la capital de
España, Madrid, en Europa occidental. Hijo de padres con pocos estudios. La
madre de Manafaraimin falleció cuando todavía el mutante era muy niño y vive
apegado a su padre, quien no tiene tiempo para él porque debe trabajar muchas
horas en trabajos mal remunerados, muy físicos y muchas veces en duras
condiciones como son los trabajos al aire libre. Por eso, quizá, el padre de Manafaraimin
muchas veces bebe demasiado o acepta cuando le invitan a tomar drogas.
2. Relaciones familiares
Manafaraimin creció cuidado a veces por su abuela, a veces en alguna casa
de acogida u orfanato, a veces cuidado por su tía y otras veces pasó largas
horas solo en casa o en la calle entreteniéndose con otros niños que siempre
eran distintos o con algún adulto que en ocasiones le proponía acompañarlo a su
casa. No se sabe cómo, pero Manafaraimin sabía que eso no le convenía y nunca
lo hizo, lo que no le libró de escuchar alguna historia escabrosa y algunos
deseos adultos escatológicos o soeces. Ahora, cuando acaba de cumplir 14 años,
el niño está empezando a entender aquellas historias y todavía no ha decidido
cómo debe reaccionar ante ellas.
3. Relaciones fraternales
Hay un chaval más pequeño que Manafaraimin que lo mira con admiración e
inquietud. Es su hermanastro, nacido de una esporádica relación del padre con
una joven de la localidad y de la cual el padre de Manafaraimin ha considerado
que no debía hablar con su primogénito. Al pequeño hermanastro su madre sí ha
considerado apropiado hablarle de quién es su padre y de quién es su hermano.
4. Retrato
Manafaraimin es un mutante y no se parece a los terráqueos, pero entre los
de su raza no llama mucho la atención. Aunque tiene dos piernas y dos brazos,
como todos, la diferencia está en su cabeza, porque no tiene frente, pues, por
encima de las cejas, su cráneo es completamente plano. Eso no impide que tenga
un estupendo cabello que cuida con mimo y que procura llevar bien cortado y
bien peinado. Él cree que no es el más guapo de los mutantes a los que conoce,
pero tampoco cree que sea del todo feo. De hecho, le interesan las mutantes y
tiene una gran amiga con la que comparte momentos de ocio y en la que busca
compañía y comprensión muchas veces. También tiene algunos amigos, mutantes a
los que admira porque le parece que son gente divertida, amable, leal y que le
confortan cuando las cosas se ponen mal. Cree que puede contar con ellos y está
dispuesto a ponerse en peligro por ayudarlos en cualquier cosa pequeña o grande
que pueda surgir y que él considere que puede vulnerar la dignidad o integridad
física de uno de ellos. Le encanta ser el centro de atención del grupo, y
procura hablar más alto que nadie, hasta el punto de que tiene la voz rota.
5. Sensaciones
Manafaraimin intenta no meterse en demasiados líos, pero está bastante
enfadado y en general no sabe por qué. Le gustan sus amigos, pero, a pesar de
que no puede vivir sin ellos, no puede parar de llamar su atención y de
fastidiarla de cuando en cuando, de modo que se enfadan mucho con él, o él se
enfada mucho con ellos. Eso, por lo menos, parece real y más comprensible. El
otro enfado permanente que lo acompaña es mucho más difícil de entender. Un
psicólogo quizá diría que ese enfado permanente es consigo mismo, pues no puede
comprender que le asalten a la vez sentimientos de cariño hacia el recuerdo
efímero de la madre muerta, pero al mismo tiempo le asalte una rabia ciega
contra ella por haberlo dejado huérfano tan pronto. Una madre debería morir
solo cuando el hijo ya sea capaz de valerse por sí mismo, y no abandonarlo
cuando es muy pequeño. Claro que, cuando siente esta rabia contra su madre,
inmediatamente le asalta un sentimiento terrible de culpabilidad y no sabe qué
hacer con él. Evidentemente, de esto no habla con nadie, pues le da muchísima
vergüenza solo pensar en decir en voz alta que toda esta tormenta de
sentimientos lo asalta muy a menudo. Así, vive con un miedo constante a que se
le escapen o se le noten esos miserables pensamientos. Pero todavía le dan más
miedo algunos otros mutantes. Pues hay mutantes que son más fuertes que él, que
son más grandes, que tienen poder porque se atreven con todo. Manafaraimin está
fascinado con el crimen, le parece que los criminales disfrutan de una
libertad, atrevimiento y conocimiento del mundo que es fascinante. Él no se ha
atrevido todavía a cometer ningún delito, pero está sopesando seriamente si,
tal como es la vida de poco amable con él, le convendría iniciar un camino
delictivo y que, sin duda, lo convertiría en un tipo mucho más duro e
insensible, con lo que quizá conseguiría olvidar que tuvo madre. Lo único que
lo mantiene en el lado correcto de la ley es su padre, pero este está tan
abrumado por su propia vida que Manafaraimin está valorando si le importaría o
no que su hijo desapareciera. De esta manera, el joven Manafaraimin sobrevive
al día a día, pero es agotador tener tantas dudas y zozobras, por lo que suele
dar patadas a todos los objetos que encuentra y puñetazos a todos los supuestos
obstáculos, aunque a veces el resultado sea que consigue tener un dolor sordo
en un pie o en una mano. Definitivamente, un dolor físico es bastante más
soportable que un dolor espiritual. Por eso, Manafaraimin no se da cuenta de la
muchísima violencia que desarrolla. También se desfogaría con los juegos
violentos que le gustan. Pero el acceso a los videojuegos es algo que hay que
ganarse y Manafaraimin, en general, se da cuenta que lo que ha hecho merecerá
un castigo después de haberlo hecho. Por eso pasa gran parte del día
golpeándose en broma/en serio con sus amigos. Ese contacto tiene un beneficio
adicional: es un contacto físico, que tanta falta le hace. De todas formas, sus
juegos preferidos o sus fantasías preferidas son la de ser francotirador, tener
una puntería excelente y eliminar limpiamente a todo el que se interponga en lo
que él cree su felicidad o la de aquellos a los que cree que debe ayudar
(capítulo este que daría para un libro de muchas páginas).
6. El futuro
Para Manafaraimin el futuro no existe. La vida transcurre en el día actual,
en el momento exacto en el que está. No calcula consecuencias de sus actos, ni
se plantea que lo que haga hoy tendrá jamás una repercusión en el ser en el que
se convertirá cuando sea adulto. Por lo tanto, se comporta de forma muy inconsciente
y se hace daño innecesario constantemente, consiguiendo que otros le peguen, le
castiguen o le hagan la vida un poco más difícil. Al fin y al cabo, él se
comporta de igual modo con los demás. Cuando alguna vez se le plantea qué será
de él dentro de unos años, confía en que para entonces “todo” se arreglará, lo
suyo no es la reflexión y muchísimo menos la responsabilidad. En estas cosas es
poco más que un bebé “dame, dame, dame, dame”.
7. Ayudas y deseos
Manafaraimin sabe que los adultos se ofrecen a
ayudarle, pero que no permanecen. Se lo mostró su madre claramente al morir: él
no fue razón suficiente para que ella decidiese quedarse ¿por qué iba a
quedarse ningún otro? Esto le lleva a no confiar plenamente en ningún otro
adulto, jamás. Tampoco es capaz de enumerar qué le interesa o qué le apetece.
En general le apetece hacer lo que no está haciendo en ese momento. Quiere ver
cumplidos sus deseos de forma inmediata. Sabe que hay muchísimas cosas en el
mundo, lo ve en internet, y quiere muchas de ellas, pues poseer puede quizá
aplacar la soledad en la que muchas veces se encuentra. Pero conseguir esas
cosas no es fácil Se necesita dinero y Manafaraimin ni lo tiene ni se le ocurre
cómo conseguirlo.
Proyecto de Salomé Blanco López
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